PISAR, RESPIRAR, MIRAR

En cualquier momento que lo necesitemos o que lo queramos hacer, pisar, respirar y mirar son apoyos que  ayudan a conectarnos con nosotros mismos y con el entorno a través del cuerpo, involucrándolo en cualquiera de sus planos: físico, emocional y mental.

 

PISAR: 

Sintiendo mi pisada me acerco a sentir cuáles y cómo son los apoyos físicos de mi cuerpo: pies, piernas, cadera, así como sus articulaciones (tobillos, rodillas, pelvis). El apoyo en tierra me permite ganar firmeza y estabilidad. Ejercitar con atención ese contacto con la tierra me da la seguridad para, por un lado, sostenerme y, por otro, moverme con libertad. Sintiendo y abriendo las plantas de los pies, caminando, bailando, movilizando articulaciones, me llegan, diría que de manera telúrica, la energía y vitalidad que pueda estar necesitando. Ambos, energía y vitalidad, son elementos básicos para poner en marcha cualquier actividad o acción, sea del tipo que sea (laboral, de relación, creativa, etc…).  

 

RESPIRAR: 

La respiración es un termómetro de la conexión que tenemos con nosotros mismos. Estar atenta a cómo respiro me permite darme cuenta de cómo tomo la vida, de cómo respiro lo que va sucediendo. Y también de cuánto y cómo suelto lo que hay en mí. Cuando inhibo la respiración se recortan las posibilidades de tomar y de soltar. Sin embargo, cuanto más completa y amplia es, dispongo de mayor conexión conmigo y apertura para con el entorno. Ejercitar la respiración consciente me permite que, después, se dé de una manera natural y profunda, rescatando todo su valor y posibilidades. Respirando se equilibra el corazón y se relaja la mente. Es un gran apoyo para ganar presencia y conexión.

 

MIRAR: 

Contamos con unos ojos que permiten recibir información del exterior y que también transmiten, nos transmiten. Puedo hacer contacto visual con el exterior, dejándome bañar por lo que me llega del entorno y sus habitantes, así como comunicarme con ellos. Y también puedo hacer una mirada hacia dentro, descubriéndome y acercándome a mi paisaje interior, viendo lo que allí sucede. En esa combinación “dentro-fuera» aparecen las cualidades de la observación y de la escucha, de la visión y la claridad,  fermentos para el territorio de la intuición. Atender y confiar en ese saber intuitivo me puede aportar el tercer gran apoyo psico-corporal en los distintos ámbitos de la vida.

Imagen de Adina Voicu en Pixabay

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